Lo que és Budismo Ecuador

Estimados tod@s, Bienvenidos.
Este es un espacio en el que veremos al Budismo más como una filosofía de vida, qué como una religión, mecanismos para evitar el sufrimiento, controlar la mente, manejar los pensamientos que producimos, encontrar el camino a la verdadera felicidad, meditación, yoga, desdoblamiento, ver auras y cosas que todos absolutamente todos podemos, reflexiones, como encontrar tu paz verdadera, paz inverencial , paz interior, equilibrar tu salud, diferentes formas para llegar a Dios y mucho mas.

miércoles, 14 de julio de 2010

EL MONJE QUE VENDIÓ SU FERRARI

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El monje que vendió su Ferrari
Una fábula sobre alcanzar nuestros sueños y cumplir nuestro destino
por Robin S. Sharma

RESUMEN EJECUTIVO
Esta es la historia de Julián Mantle, un prominente abogado
que lo tenía todo en la vida (o al menos eso creía él). Pero, un
día, tras un infarto que lo puso al borde de la muerte, Julián
tomó la decisión de vender todas sus posesiones materiales e
irse a la India en busca de iluminación.
Fue entonces cuando conoció a los Sabios de Sivana en una
remota comunidad perdida en los Himalayas. Julián estudió
junto a estos durante varios años y así consiguió lo que estaba
buscando: las siete virtudes eternas de la vida esclarecida.
Esta amena historia constituye una fuente de sabiduría práctica
y espiritual que puede ser aprovechada por cualquiera, y
en especial, por gerentes y profesionales.

El despertar
A sus 53 años, Julián Mantle parecía un septuagenario. Era uno
de los abogados procesales más prominentes del país. Sobre su
escritorio tenía una frase enmarcada: “Estoy convencido de
que en este día somos dueños de nuestro destino, que la tarea
que se nos ha impuesto no es superior a nuestras fuerzas; que
sus acometidas no están por encima de lo que soy capaz de
soportar. Mientras tengamos fe en nuestra causa y una indeclinable
voluntad de vencer, la victoria estará a nuestro alcance”.
Fiel a este lema, Julián era un hombre duro, dinámico y
siempre dispuesto a trabajar 18 horas diarias.
Julián no sólo era bien conocido por sus éxitos profesionales,
sino por sus trajes italianos de tres mil dólares que vestían su
bien alimentado cuerpo, las salidas nocturnas a los mejores
restaurantes de la ciudad con despampanantes modelos y sus
excesos etílicos.
Durante los primeros años, justificaba su dilatado horario afirmando
que lo hacía “por el bien del escritorio jurídico”, y que
tenía previsto tomarse un mes de descanso “el próximo invierno”
para irse a las islas Caimán. Pero el tiempo pasaba y, a
medida que se extendía su fama de abogado brillante, su cuota
de trabajo, y sus éxitos, no dejaban de aumentar.
Pero algo andaba mal. Nada era suficiente para Julián. Ya no
se ocupaba de su esposa; su matrimonio finalmente fracasó.
Los excesos lo habían dejado más que obeso, se quejaba de
que estaba enfermo y había perdido el sentido del humor. Era
como si su vida hubiera perdido sentido. Pero lo peor de todo
era que, Julián Mantle, el brillante abogado, había perdido,
además, su pericia profesional.
No se trataba sólo del ritmo de vida que había llevado, sino de
lo que él mismo describía como un vacío espiritual. Ya no se
sentía entusiasmado por su trabajo. Fue entonces cuando sucedió:
Julián Mantle se desplomó en el tribunal frente a la mirada
atónita del juez y sus asistentes.

El visitante misterioso
El viejo Harding fue quien dio la noticia: “Julián ha decidido
abandonar el bufete y renunciar al ejercicio de su profesión”.
Esto sucedió hace unos años. La noticia me sorprendió sobremanera.
Sabía que Julián tenía sus problemas, pero no esperaba
algo así. Lo último que supe fue que se había ido a la India.
Les dijo a sus socios que deseaba simplificar su vida y conseguir
respuestas.
En esos tres años pasé de ser el asistente de Julián para convertirme
en un hastiado y cínico abogado. Llevaba una vida intensa,
pero debo admitir que, en mis momentos de tranquilidad,
pensaba a menudo en Julián. Me preguntaba qué sería de él.
La respuesta a esta pregunta llegó hace dos meses. Tras un día
de arduo trabajo, mi asistente entró en la oficina y me dijo que
fuera me buscaba alguien con urgencia. Al principio me negué,
pero tras la insistencia de mi asistente decidí recibir al extraño.
Fue entonces cuando por la puerta entró un hombre risueño de
unos 35 años. Era alto, delgado y musculoso, e irradiaba vitalidad
y energía. El joven se quedó mirándome hasta que dijo:
“¿Es así como tratas a tus visitas, John, incluso a quienes te
enseñaron todo cuanto sabes?”
- ¿Julián? ¿Eres tú? ¡No me lo puedo creer!
La sonora carcajada del visitante confirmó mis sospechas.
Ante mí tenía al añorado yogui de la India: Julián Mantle.

La milagrosa transformación de Julián Mantle
Yo no salía de mi asombro. ¿Cómo podía alguien que sólo
unos años atrás parecía un viejo verse tan enérgico y vivo?
¿Cuál era la causa de este extraordinario cambio?
Julián me dijo que su ritmo de vida le había cobrado su precio.
El infarto no había sido sino un síntoma de un problema más
profundo. La presión constante y el extenuante trabajo de abogado
habían destruido su espíritu. Fue entonces cuando se vio
en la necesidad de escoger entre su carrera y la vida, y terminó
escogiendo la segunda.
Julián contó que había vendido todas sus posesiones materiales
antes de irse a la India; que mientras viajaba de pueblo en pueblo
se había sentido nuevamente vivo. Pronto recuperó su
curiosidad innata y su chispa creativa, así como su entusiasmo
y sus ganas de vivir. Empezó a sentirse más jovial y sereno. Y
recuperó algo más: la risa.
Durante las primeras etapas del viaje, Julián buscó a conocidos
y respetados maestros. Todos lo recibieron con los brazos y el
corazón abierto, y compartieron con él sus conocimientos. Para
Julián, que había metido lo poco que le quedaba en una mochila,
fue una “odisea personal”, una época mágica. Pero dichos
encuentros con eruditos y maestros no le brindaron a Julián el
saber que este estaba buscando. El primer paso real no llegó
sino siete meses después en Cachemira, donde tuvo la suerte
de conocer al yogui Krishnan. Este había sido también un
abogado hastiado de la febril vida en Nueva Delhi; había
renunciado a sus posesiones materiales y se había dedicado a
cuidar el templo del pueblo en la más absoluta austeridad.
Cada uno le contó su historia al otro, y el yogui Krishnan sentenció:
“Yo también he recorrido ese camino, amigo mío. Pero
he aprendido que todo tiene una razón. He aprendido que el
fracaso es necesario para la expansión de la persona”. Tras oír
estas palabras, Julián sintió un gran alborozo.
- Necesito tu ayuda, Krishnan.
- Será un honor, pero… ¿puedo hacerte una sugerencia?
- Por supuesto.
- Desde que estoy al cuidado de este templo, he oído hablar
mucho de un grupo de sabios que vive en las cumbres del
Himalaya. Nadie sabe dónde viven exactamente, pero se dice
que han descubierto una especie de sistema para mejorar
profundamente la vida de cualquier persona desde un punto
de vista mental, físico y espiritual. Lo único que puedo
decirte con certeza es que la gente los conoce como los
Grandes Sabios de Sivana.

Grandes Sabios de Sivana.
Al día siguiente, al despuntar el alba, Julián empezó su peregrinaje
hasta la tierra perdida de Sivana. La travesía duró siete
días, y Julián tuvo la oportunidad no sólo de admirar la belleza
del paisaje, sino de preguntarse si podría pasar el resto de su
vida sin el reto intelectual que su profesión le había deparado.
Entonces, mientras meditaba sobre estos asuntos, sucedió:
frente a Julián apareció una extraña figura, vestida con una
ondulante túnica. A pesar de ser muy esquivo, Julián se las
arregló para hablarle.
- Me llamo Julián Mantle. He venido a aprender de los
Sabios de Sivana. ¿Dónde puedo encontrarlos?
- ¿Para qué buscas a esos sabios, amigo?
Entonces Julián le contó su historia. El extraño viajero permaneció
en silencio y, finalmente, dijo:
- Soy en efecto uno de esos sabios. Si de verdad tienes un
deseo sincero de aprender esa sabiduría, es mi deber ayudarte.
Si quieres puedes venir como invitado mío a nuestro
templo. Pero debes prometerme una cosa: cuando hayas
aprendido las verdades eternas, deberás regresar a tu país y
hacer partícipes de las mismas a cuantos las necesiten.
Julián aceptó.

Encuentro mágico con los Sabios de Sivana
- Bienvenido al nirvana de Sivana
dijo el sabio a Julián, mientras este veía algo inimaginable: la
aldea estaba hecha de rosas. Los pobladores vestían igual que
el sabio y, con un aire juvenil, realizaban sus tareas en silencio.
Aunque todo esto era una novedad para Julián, este tenía la
sensación de estar volviendo a casa. Y así empezó su vida
entre los Sabios de Sivana: una vida de sencillez, serenidad y
armonía.

El alumno espiritual de los sabios
Pasado el asombro, Julián me contó cómo, gracias a su deseo
de saber e inteligencia, se había ganado el respeto de los
Sabios. Las sesiones empezaban antes del alba. El yogui
Raman, que se había convertido más en padre que en maestro,
se sentaba junto a su discípulo y le enseñaba técnicas sobre
cómo vivir con mayor vitalidad, creatividad y satisfacción.
Pero los primeros indicios de su expansión personal aparecieron
tres semanas después. Empezó a fijarse en la belleza de
las cosas comunes; sentía una serenidad interior que nunca
había experimentado; adquirió una mayor fortaleza física.
- Me he dado cuenta de que el éxito externo no significa
nada a menos que tengas éxito interno. Hay una enorme
diferencia entre el beneficio y el bienestar. He aprendido que
el autocontrol y el cuidado de la propia mente, cuerpo y alma
son esenciales para vivir la vida de nuestros sueños.
Al terminar, Julián se despidió con la excusa de que era tarde.
- No te puedes ir, Julián; estoy ansioso por saber todo lo que
aprendiste en el Himalaya.
- Cuando el alumno está listo, aparecen los maestros. No te
preocupes, John. Nos veremos mañana en tu casa.

La sabiduría del cambio personal
Fiel a su palabra, Julián se presentó en mi casa al día siguiente.
Inmediatamente comenzó a revelarme más sobre su transformación
personal. Me habló de las técnicas para llevar una vida
más plena y gratificante, y de los métodos para liberar el
manantial de la juventud que todos llevamos dentro. Aunque
sonaba convincente, yo no dejaba de lado mi escepticismo.
- Vamos, Julián; no me tomes el pelo.
- ¿Cómo argumentas un caso cuando estás ante el tribunal?
- Aportando pruebas persuasivas.

- Bien. Mira mi cara, sin una sola arruga. Mira mi físico,
¿notas la abundancia de energía que hay en mí? Mira mi
tranquilidad. Seguro que notas que he cambiado.
Y no le faltaba razón.
- No habrás ido a un cirujano plástico, ¿verdad?
- No. Ellos sólo piensan en la persona exterior. Yo necesitaba
curarme por dentro.
- De acuerdo, entiendo lo que dices. Es posible que todos estos
años me hayan convertido en un escéptico.
Entonces me propuso que comenzáramos mi iniciación a la
sabiduría. Pero antes me hizo prometerle, que, tras comprobar
el poder de las estrategias y tácticas de los Sabios de Sivana,
tendría que transmitir esos conocimientos a otros para que pudieran
beneficiarse de ellos. Accedí sin reservas y mi iniciación
comenzó.

El Método de Sivana consistía en siete virtudes o principios
básicos contenidos en una fábula mística. Dicha fábula era la
esencia de todo. Entonces me pidió que cerrara los ojos e
imaginara lo siguiente:
“Estás sentado en mitad de un espléndido y exuberante jardín.
El entorno es extraordinariamente tranquilo. Piensa que tienes
todo el tiempo del mundo para saborear este oasis. Al mirar
alrededor, notas que en el medio del jardín hay un faro rojo de
seis pisos de alto. De pronto, la puerta del faro se abre y
aparece un luchador de sumo japonés, vestido con un cable de
alambre rosa, que avanza indiferente hacia el centro del
jardín. Pero, de pronto, se encuentra un reloj que alguien dejó
olvidado muchos años atrás. Resbala y cae al suelo. Tras
quedar inconsciente, despierta. Se incorpora y mira hacia la
izquierda. A través de las matas que bordean el jardín observa
un largo y serpenteante camino cubierto por millones de
diamantes. El luchador se siente impulsado a tomar dicha
senda y así lo hace. Ese camino le lleva hasta la alegría
perdurable y la felicidad eterna”.
- Al principio puede que te parezca frívolo o hasta infantil.
Pero cada elemento de la fábula encarna un principio imperecedero
y contiene un profundo significado- finalizó Julián.

Un jardín extraordinario
PrimeraVirtud: dominar la mente.
El jardín simboliza la mente. Si cuidas de tu mente, si la nutres
y cultivas como si fuera un jardín, florecerá más allá de tus
expectativas. La mayoría de las personas llena el jardín de su
mente con residuos tóxicos: preocupaciones, ansiedades, nostalgia,
cálculos sobre el futuro y los miedos que estos alimentan.
La preocupación priva a la mente de gran parte de su
poder y, antes o después, acaba dañando el alma.
En vez de concentrarse en las cosas buenas y cómo hacer que
todo sea mejor, la mayoría de las personas son cautivas de sus
respectivos pasados. De ese modo permiten que las preocupaciones
priven a su mente de su fuerza vital. Estas personas no
se dan cuenta de que administrar la mente es administrar la vida
y, por tanto, la calidad de la vida viene determinada por la
calidad de los pensamientos.
En todo hay una lección que aprender. Cada experiencia, incluso
la peor, brinda una lección.

Tres técnicas para dominar la mente:
1. Corazón de la rosa: tomar una rosa fresca y mirarla en un
entorno silencioso, sin permitir la distracción de otros pensamientos.
Realizar a diario para que nuestra mente se fortalezca
y discipline.
2. Pensamiento opuesto: cada vez que nos aceche un pensamiento
negativo, debemos sustituirlo por uno positivo. Este
ejercicio nos permitirá librar la mente de preocupaciones y
otras influencias negativas.
3. Secreto del lago: visualice imágenes mentales de todo lo
que queremos ser, tener y alcanzar en la vida. La mente tiene
el poder magnético de atraer todo aquello que deseamos
“El secreto de la felicidad es simple: averigua qué es lo que te
gusta hacer y dirige todas tus energías hacia ello. Haciendo
esto, la abundancia iluminará tu vida y todos tus deseos se
cumplirán sin esfuerzo”.

Enciende el fuego interior
Segunda Virtud: perseguir el propósito.
El faro simboliza el propósito de la vida. El propósito de la
vida es una vida con propósito. Definir claramente nuestras
prioridades en cada aspecto de la vida jugará un papel parecido
al del faro: orientación y refugio ante los malos tiempos. Los
verdaderos esclarecidos saben lo que quieren.
Descubrir y luego llevar a cabo la meta de tu vida brinda una
satisfacción duradera. La felicidad verdadera se consigue trabajando
constantemente para alcanzar tus objetivos y avanzar
hacia la dirección que te has fijado.
Fijarse objetivos claramente definidos en lo personal, profesional
y espiritual, y luego tener el valor de obrar en consecuencia.

Técnicas para perseguir nuestro propósito:
1. Autoexamen: concéntrese al máximo en descubrir su verdadero
yo. Descubra sus habilidades particulares y qué le
hace verdaderamente feliz. Esto le permitirá enfilar sus energías
hacia la consecución de sus sueños.
2. Cinco pasos para alcanzar objetivos:
2.1. Formarse una clara imagen mental del resultado.
2.2. Someterse a presiones positivas: por ejemplo, el compromiso
público.
2.3. Nunca fijarse una meta sin fijar un plazo para lograrla.
2.4. Aplicar la “regla mágica del 21”: para que un comportamiento
nuevo se vuelva un hábito, es preciso repetirlo
durante 21 días seguidos.
2.5. Disfrutar de todo el proceso.
“Nunca olvides la importancia de vivir con júbilo desbordante.
Nunca descuides la exquisita belleza de todas las cosas
vivas. Hoy, y el momento que compartimos, es un regalo. Céntrate
en tu propósito. El universo se encargará de lo demás”.

El viejo arte del autoliderazgo
Tercera Virtud: practicar el kaizen.
El luchador de sumo japonés simboliza el kaizen, es decir, mejorar
constantemente. Para mejorar nuestro mundo exterior (salud,
relaciones, finanzas, etc.) debemos mejorar nuestro mundo
interno: el éxito empieza por dentro. El modo más eficaz de
conseguirlo es mediante la práctica de una continua autosuperación.
El autodominio es el ADN del dominio de la vida.
No basta con mejorar la mente sin cultivar nuestras cualidades
físicas. Asimismo, no basta mejorar nuestro cuerpo y mente sin
nutrir el alma: el resultado sería una constante insatisfacción y
vacío. El esclarecimiento se logra mediante el cultivo constante
de la mente, el cuerpo y el alma.
Técnicas para practicar el kaizen:
1. Hacer lo que nos dé miedo:
1.1. Haga un inventario de sus temores.
1.2. Reflexione sobre qué le está impidiendo llevar la vida
que quiere llevar.
1.3. Afronte los temores con decisión: por ejemplo, si
teme hablar en público, dé 20 conferencias.
1.4. Atrévase.
2. Los diez rituales de la vida radiante:
2.1. Ritual de la soledad: asegúrese de incluir en su vida
diaria un período de paz.
2.2. Ritual de fisicalidad: hacer ejercicios diariamente:
cuidar el cuerpo es cuidar la mente.
2.3. Ritual de la nutrición: adoptar una dieta vegetariana
(la carne es un alimento muerto): como nutres tu cuerpo,
así nutres tu mente.
2.4. Ritual del saber abundante: convertirse en un alumno
de la vida: aprender, expandir la mente y leer mucho.
2.5. Ritual de la reflexión personal: dedicar un rato a la
contemplación: así conoceremos nuestros talentos escondidos.
2.6. Ritual del despertar anticipado: levantarse con el Sol y
empezar bien el día: bastan seis horas de sueño.
2.7. Ritual de la música: escuchar música: es un gran
agente motivador.
2.8. Ritual de la palabra hablada: repetir una frase varias
veces para conseguir motivación: por ejemplo, “Soy
fuerte, capaz y tranquilo”.
2.9. Ritual del carácter congruente: cultivar las virtudes:
laboriosidad, compasión, humildad, paciencia, honestidad
y coraje.
2.10. Ritual de la simplicidad: llevar una vida sencilla.
“El universo favorece a los valientes. Cuando decidas elevar
tu alma a su más alto nivel, la fuerza de tu alma te guiará a un
lugar mágico repleto de valiosos tesoros”.

El poder de la disciplina
Cuarta Virtud: vivir con disciplina.
El cable de alambre rosa simboliza el poder de la disciplina.
Un cable está formado de muchos y diminutos alambres. Cada
uno de estos, por sí solo, es fino y frágil; pero todos juntos
suman más que sus partes, de forma que el cable es más fuerte
que el hierro. Para tener una voluntad de hierro, es preciso
ofrecer pequeños tributos a la virtud de la disciplina personal.
La disciplina se logra realizando constantemente pequeños
actos de coraje.
La fuerza de voluntad es la virtud esencial de una vida realizada,
pues sólo con disciplina, coraje y dedicación podemos
hacer exactamente lo que queremos.
Técnicas para vivir con disciplina:
1. Mantras/Visualización creativa: repetir al menos 30 veces
al día: “Soy más de lo que aparento, toda la fuerza y el poder
del mundo están en mi interior”. Buscar un sitio tranquilo e
imaginarse obrando como Gandhi o la Madre Teresa de
Calcuta, mientras repite el mantra.
2. Voto de silencio: guardar silencio, por ejemplo, durante
todo un día. Esto refuerza la propia disciplina.
“Rechaza los pensamientos débiles que se hayan colocado en
el palacio de tu mente; verán que no son bienvenidos y su
única opción será marcharse”.

La más preciada mercancía
Quinta Virtud: respetar el tiempo propio.
El reloj representa el tiempo. El tiempo se nos escurre de las
manos como arena. Aprovechar el tiempo sabiamente nos
asegurará una vida rica y productiva. El tiempo es un recurso
no renovable.
Es importante planificar el trabajo y aprovechar el tiempo
creativamente. Las cosas más importantes de la vida no deben
ser supeditadas a las menos importantes; así pues, concéntrese
en sus prioridades.
Estar ocupado no es excusa. Si no nos alcanza el tiempo, debemos
simplificar nuestras vidas.
Técnicas para respetar el tiempo propio:
1. La vieja regla del 20: 80% de los resultados que consigues
en la vida viene de sólo el 20% de las actividades que
ocupan tu vida: es preciso moverse por prioridades.
2. Tener el coraje de decir “no”: no permita que los demás le
roben tiempo.
3. La mentalidad del lecho de muerte: recordar siempre que
este puede ser el último día de nuestras vidas, así que debemos
aprovecharlo al máximo.
“El tiempo se nos escurre de las manos como granitos de
arena, y ya no vuelve. Quienes emplean el tiempo sabiamente
desde una edad temprana tienen la recompensa de una vida
plena, productiva y satisfactoria”.

El propósito fundamental de la vida
Sexta Virtud: servir desinteresadamente a los demás.
Las rosas amarillas recuerdan el viejo proverbio chino que dice:
“La mano que te da unas rosas siempre conserva un poco
de la fragancia”. Es decir, cuando trabajamos para mejorar la
vida de los demás, indirectamente estamos mejorando la nuestra.
La calidad de la vida se reduce en definitiva a la calidad de
lo que uno aporta. Al elevar la vida de los demás, la vida propia
alcanza las montañas más altas. Lo importante es vivir para
dar.
Técnicas para servir desinteresadamente a los demás:
1. Practicar diariamente actos de bondad.
2. Dar a quienes lo piden.
3. Cultivar relaciones más ricas.
“La cosa más noble que puedes hacer es dar a los demás.
Empieza a centrarte en tu propósito superior”.

El secreto de la felicidad de por vida
Séptima Virtud: abrazar el presente.
Los diamantes simbolizan el gusto por las cosas más simples y
el éxtasis que merecemos. Sólo se vive una vida realmente
gratificante cuando logramos “vivir el ahora”: la felicidad es
un viaje, no un destino. Podemos tener la vida que merecemos
si nos damos cuenta de que el camino que estamos recorriendo
está lleno de diamantes.
Por otra parte, es importante no sacrificar la felicidad a expensas
de la realización: ¿qué sentido tiene subir los peldaños del
éxito si te pierdes los primeros pasos de tus hijos? ¿Qué
sentido tiene poseer la casa más grande de tu barrio si no tienes
tiempo de crear un hogar?
Finalmente, debemos saborear el viaje y vivir cada día como si
fuera el último.
Técnicas para abrazar el presente:
1. Vivir la infancia de los hijos.
2. Practicar la gratitud.
3. Cultivar el propio destino.
“Todos estamos aquí por una razón especial. Deja de ser un
prisionero de tu pasado. Conviértete en arquitecto de tu
futuro”


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